A los 11 años de edad Sergio Romo le prometió a su papá que iría a la universidad y que llegaría a las Grandes Ligas. Le aseguró que el materializaría sus sueños. Esa promesa fue la locomotora que lo arrastró, y a continuación les dejamos la historia de todo lo que tuvo que pasar y superar Romo para cumplir esa promesa.

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Su abuelo le llenó los oídos de béisbol

Sergio Romo aprendió a caminar y su abuelo le puso un guante de béisbol de la marca mexicana Hermanos Vázquez en la mano izquierda, le llenó los oídos de béisbol, le explicó el juego, le enseñó a lanzar, le educó el brazo para que aprendiera el sinker.

Altura y peso en contra

En contra de Sergio Romo jugaban su altura y peso. 1.72 centímetros y 63 kilos. Nadie apostaba por el. “Estás chiquito, estás chaparro, no lanzas duro, no tienes velocidad”, se cansó de escuchar Romo, quien siempre se supo capaz de jugar béisbol a gran nivel.

Beca en la universidad del Norte de Alabama

Para su tercer año universitario las marcas de Sergio Romo le garantizaron una beca en la universidad del Norte de Alabama.

Alabama

Sergio Romo se había convertido en un lanzador excepcional, fuera del terreno el hecho de ser mexicano lo marginaba, lo trataron mal por ser mexicano, lo discriminaron muchísimo, con la gente donde iba a jugar no le fue bien, lo insultaban, le decían lo peor.

Romo no había conocido el racismo ni la discriminación, pero tenía que honrar su promesa y por eso aguantó.

Sergio Romo obtuvo calificaciones de excelencia, fue un lanzador All-American (uno de los mejores a escala nacional), sin embargo el coach Mike Lane le quitó la beca luego de incidente que tuvo con Romo cuando no le permitió imponer el récord de ponches del equipo.

Llegó a las Grandes Ligas

En 2008, Sergio Romo llegó a las Grandes Ligas con los Gigantes de San Francisco con quienes ganó tres veces la Serie Mundial (2010, 2012 y 2014), algo que ningún otro mexicano ha hecho.

Cartas de coach Mike Lane

Cuando Sergio Romo ganó la Serie Mundial de 2010 y 2012, el coach Lane le mandó cartas diciéndole que estaba orgulloso del el, con eso le dio a entender que sabe como lo que le hizo.

Con parte de la información del libro Pelotero Por Amor al béisbol de Beatriz Pereyra (Sergio Romo, maestro del slider).